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Mostrando entradas de abril, 2024

La regulación sin dientes

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Antonio Guerrero Aguilar/ Sin afán de provocar a las buenas conciencias, pongo el título de la entrega, referente a la consideración de cierto delegado estatal del INAH: “Nos dan facultades pero no dientes”. Tiene razón, obligación moral y ciudadana la de cumplir y hacer cumplir las leyes. Pero hasta eso, la violación la enarbolan con otra frase retadora: “Se las pasan por abajo del arco de la mona de la Independencia”. Es más fácil pagar la multa y trabajar durante la madrugada o provocar la destrucción para que parezca obra del tiempo y no del ser humano. Por eso mis respetos, a quienes al amparo de las políticas públicas culturales, defienden y promueven nuestro patrimonio tangible. La riqueza de México, está representada a través del legado como de las expresiones ancestrales y actuales. Hombres como Lucas Alamán, Maximiliano de Habsburgos y otros más, se preocuparon en el cuidado de lo que tenemos. En eso, debo reconocer a don Porfirio Díaz, quien proclamó en 1902, la Ley sobr

Los precursores del cuidado del patrimonio cultural

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Antonio Guerrero Aguilar/ Existen actualmente, muchos organismos y asociaciones culturales dedicadas a la historia, el devenir de nuestros pueblos y la promoción del legado como de la memoria regional. Por ejemplo, la Universidad Autónoma de Nuevo León, cuenta en su seno al Centro de Estudios Humanísticos como al Centro de Información de Historia Regional. La Facultad de Filosofía y Letras a través de la licenciatura en historia como de académicos y seminarios colegiados. Está la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografía y Estadística y diversos grupos de cronistas e historiadores. Mención aparte, la de las páginas y grupos en redes sociales, así como promotores y gestores culturales, arquitectos y profesionistas de la restauración y anticuarios y coleccionistas. Los insignes que se dedicaron a dar vida a la Junta Arqueófila de Nuevo León por poco más de tres lustros, fueron los siguientes: el presidente honorario fue el general Bernardo Reyes, quien ofreció su colaboración con

La Junta Arqueófila de Nuevo León

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Antonio Guerrero Aguilar/ Tal vez nuestra actitud o rechazo por el patrimonio tangible, tenga que ver con el menosprecio de las cosas que nos rodean. Siempre dados a compararnos con otras ciudades, aunque se proclame la “fregonería regia” a ultranza: somos los más fregones de la frontera y puntos circunvecinos. Pero la entidad no posee rasgos y elementos dignos de presumir, por eso los importamos de otros lares: programas, obras y proyectos urbanos, edificios grandotes que se pueden ver desde todos lados, pero que nos impiden ver lo más hermoso que tenemos: nuestras cordilleras. No obstante, han emergido conciencias ciudadanas que han alertado acerca de los continuos cambios. Por ejemplo, en 1853, siendo gobernador y comandante militar Pedro Ampudia, propuso la creación de un museo de historia. En tiempos de don Genaro Garza García (1881-1883), establecieron uno en la sede del Colegio Civil. El regreso del médico Amado Fernández Muguerza a su tierra, fue fundamental para el cuida

Amado Fernández Muguerza: el defensor del patrimonio de Nuevo León

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Antonio Guerrero Aguilar/ Hoy que tanto se habla del cuidado y conservación del patrimonio tangible de la entidad, tan solo mencionan los nombres de personas dedicadas a investigar y proteger lo poco que nos queda. Lamentablemente son pocas las veces en que se resalta la figura de Amado Fernández, nacido en Monterrey, el 1 de abril de 1857, hijo de Amado Fernández García y Mercedes Muguerza Crespo. Bautizado el 4 de abril en la Catedral, teniendo como padrinos a Francisco Sada y Carmen Muguerza. Aquí acudió a la escuela de primeras letras, para después salir a la Ciudad de México, para graduarse de médico cirujano en la Escuela Nacional de Medicina, en 1883, con la tesis “Oftalmia blenorrágica”. Años más tarde regresó a Monterrey, para practicar la medicina, la docencia, la administración pública y las inversiones. Aquí dio clases en la Escuela de Medicina como en el Colegio Civil, en donde además ocupó la secretaría y la tesorería del plantel. Nombrado vocal del Consejo de Instruc

Los aljibes, Nuevo León

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Antonio Guerrero Aguilar/ Hasta parece parte de la toponimia regional, pero no. Se trata de un depósito de agua para cuidarla en tiempos de sequías. Alrededor del mismo, se hacía todo un sistema de captación, con sus “lloraderos” en los muros exteriores e interiores, techos ligeramente ladeados que recogían el agua, para llevarla a unos resumideros que pasaban a unas canaletas o tubos de lámina que llenaban los aljibes. Como verán, hay tres formas de guardar y hacerse de agua: por represa, por mantos freáticos y su respectiva noria o simplemente un pozo y por aljibe. Recientemente advirtieron que la mayoría del abasto del vital líquido en Nuevo León, depende más de lo que llueve que de las corrientes y depósitos subterráneas. Los antiguos sabían cosas que ahora nosotros despreciamos. Muchos de los pueblos aledaños a los ríos Salinas como Pesquería, usaron aljibes, una palabra que remite a una voz de origen árabe, que significa precisamente cisterna o pozo. Los griegos, los romano

Ya casi nadie habla de tapancos...

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Antonio Guerrero Aguilar/ “Quedó tonto desde que cayó del tapanco…” Un espacio dentro de la casa como de los graneros, un pequeño zoológico donde habitaban lo mismo ratas, tlacuaches, gatos y torcazas. Alacena ancestral donde guardaban los suministros para los tiempos aciagos. Tan raros porque un techo o tarima estaba debajo del otro techo. Los antiguos designaban “tlapantli” a las azoteas como a los desvanes y tablados dentro de los palacios y templos. Los pueblos originarios los usan para alabar a los difuntos: hacen una estructura de un metro y medio de altura, montada sobre cuatro varas de mezquite, álamo o sauce, clavados en la tierra a manera de sostén, así como un tapesti, una especie de tarima hecha de carrizos, con comida y perfumado con flores de buganvilia donde velaban a los muertos.   Ocultas pero cercanas, sitio idóneo para alejarse de la vista de todos: Mis poemas son mi escondite El tapanco de feria A veces el mordaz desquite Mi canto de fiera (Mayra Kar

El arco del puente a Guadalupe

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 Antonio Guerrero Aguilar/ ¿Quién canta en las orillas del papel? Inclinado, de pechos sobre el río de imágenes, me veo, lento y solo, de mí mismo alejarme: letras puras, constelación de signos, incisiones en la carne del tiempo, ¡oh escritura, raya en el agua! (Octavio Paz)   Luego de victorias militares, los romanos levantaban arcos en donde anotaban los nombres de los caídos y alababan la gesta heroica que les dio el triunfo. En cambio, los trofeos de guerra eran objetos inertes y perdidos durante la batalla, a donde acudían los vencedores para tomar algo y llevarlo como recuerdo. Aquí en Monterrey, los hicieron para rendir respeto y dar bienvenidas honorables, de acuerdo a la dignidad del visitante como del personaje. Todos se perdieron, excepto dos. Uno, situado en medio de un camellón por Morones Prieto en Guadalupe. La impronta dedicada a Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, así como del símbolo de la pujanza y habilidad reinera, cambió de lugar cuando decid

El arco dedicado a Plutarco

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Antonio Guerrero Aguilar/ Dicen que la relación entre el jefe máximo de la Revolución y los empresarios regiomontanos, siempre fue tirante. A él le debemos el apodo de los “codos” por codiciosos, por judíos y agarrados, porque duele aflojar el codo al gastar o comprar. Sin embargo, un hijo aquí se quedó y formó familia en General Terán, tras casarse con Elisa Sáenz, hermana de Aarón y Moisés: además, tenía visitas recurrentes porque era paciente del Niño Fidencio. Plutarco Elías Calles fue presidente de México de 1924 a 1928. Al inicio de la primavera de 1925, avisaron de una visita de carácter oficial a Monterrey. Entonces, las autoridades estatales como del municipio, se aprestaron a darle una grata bienvenida. En consecuencia, le pidieron a la Fundidora de Monterrey, la hechura de un monumento para recibir al titular del poder ejecutivo de la nación. Entonces el ingeniero Melitón Ulmer, director de la empresa, dispuso el diseño y la instalación de un arco de perfiles ligeros, que

La Medalla y Gacela

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 Antonio Guerrero Aguilar/ En la calle Garibaldi, entre 5 y 15 de Mayo, está un edificio con un arquitectura y fachada considerable, con cuatro niveles y un sótano, ahora fraccionado en numerosos locales de un centro comercial y estacionamiento, rodeado de puesteros. En esta imagen de 1958 retocada de Espino Barros, vemos lo que su propietario quiso realizar para convertir el barrio situado entre el hospital de Zona y el Colegio Civil, ahora a la vuelta de donde está el Obelisco. En 1941 don Aurelio González Henry se quedó con el control de la vieja fábrica de hilados y tejidos de La Fama. Ya tenía El Porvenir en El Cercado y con ambas se dedicó a la producción de uniformes de trabajo y escolares, así como de vestimenta vaquera muy famosa en nuestros pueblos. La Compañía Textil Reynera, llamada Textiles Monterrey, elaboraba camisas con la marca Medalla en 1946 y los pantalones Gacela desde 1948. Una década después, daba empleo a unas 1, 600 personas y terminaron el tercer nivel. Para

El pasado perdido de las industrias y talleres

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 Antonio Guerrero Aguilar/ Así como tenemos unos 800 sitios con arte y pintura rupestre en la región, existen muchas instalaciones y naves industriales, ahora convertidas en edificaciones de uso mixto o que lamentablemente tienden a desaparecer, en aras a los cambios de producción como cambio del uso de suelo. Primero tuvimos el sector secundario de la extracción. Los exploradores buscaron minas para beneficiarse. Al no encontrarlos, atrajeron a cientos de miles de cabezas de ganado menor. Luego para la subsistencia, los pobladores se dedicaron a las labores y faenas del campo, que produjo buenos resultados en los siglos XVIII y XIX. Los empeños no pararon: las montañas brindaron metales plomosos como de fierro, útiles para las fábricas acereras que se instalaron a partir de 1890. Vaya, hasta la tierra arcillosa nos dio buenos ladrillos y la superficie salitrosa junto con la arena sílica, provocaron la apertura de la vidriera. Las cordilleras también dieron auge a la industria de la

Las pinturas rupestres

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  Antonio Guerrero Aguilar/ Entonces hay que diferenciar entre los petrograbados y las llamadas pinturas rupestres. Las primeras cinceladas con otra roca: de punto en punto hasta formar líneas y trazos extraños para nosotros. Las otras, realizadas con las manos, con pinceles de pelo animal, ramas quemadas, cañas huecas para soplar la pintura. A veces escupían sobre la mano y aprovechaban las salientes o formas de la roca, para darle volumen al trazo. En Nacataz las dejaban al terminar el mitote y las imprimían en los peñascos como en las ancas de sus caballos. Tienen elementos y símbolos menos abstractos que los petrograbados . Preferentemente usaban dos colores de pintura: uno rojo y otro de color ocre. Para la gente de Mina y García, el rojo viene de una mezcla de la savia de una planta llamada sangre de drago con agua y otros pigmentos de minerales molidos. Los misioneros y los colonizadores, las relacionaron con la muerte y con la maldad, porque al ser rojas, pensaron que las hací

Mitote y peyote

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Antonio Guerrero Aguilar/   Los ancestros eran muy dados al mitote, según los misioneros y colonizadores. Se trataba de una fiesta o reunión, en la cual bailaban y gritaban horas y horas alrededor de una hoguera. La palabra de origen náhuatl significa danza como danzante. De acuerdo a los antiguos, también es una nube que nos impide sentirnos y vernos muy fregones, tal vez que por eso la gente de antes nos apaciguaban al decir: “no seas mitotero”. Puede ser desde un alboroto, el tumulto, el rumor, una reunión de brujos como de gente que se “destrampan”. Alonso de León, describe que hacían mitote para pedir a la novia, para pelearse, para regocijarse, para plantear enemistades. Como verán, se trataba de un ritual, una acción efectiva para realizar o enfrentar algo a la luz de la luna. Preferentemente elegían un llano o la entrada a una cueva marcada por sus signos. Los colonizadores debían ser cautos: si convocaban al mitote, por consecuencia venía la rebelión. Para darse fuerza, pa

Los artífices de las líneas y trazos

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  Antonio Guerrero Aguilar/ Lo primero que debemos hacer es reconocer y ubicar a quienes dejaron constancia de su paso. Por cierto, algunos nombres de ellos se mantienen en la geografía regional como Hualahuises, Agualeguas, Lazarillos, la Pomona, tan solo por citar a algunos. Nosotros les decimos “indios”, en documentos antiguos aparecen como “bárbaros”, en cambio Alfonso Reyes, se refirió a ellos como los “mal revolcados hijos del desierto”. Pero ellos tuvieron una identidad que parte desde el grupo al cual pertenecieron y al sitio donde transitaban. Alonso de León señala la existencia de al menos 200 etnias a la llegada de los primeros colonizadores. Si van a la colonia Infonavit Huasteca de Santa Catarina, verán que todos los andadores llevan nombres de los antiguos y originales pobladores norestenses. De ahí, tan solo menciono los Garza, Pames y otras más; hasta la avenida central del sector se llama Huajuco. Durante mucho tiempo nos dijeron que las tribus indígenas que habitaba

La pétrea narrativa estética

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  Antonio Guerrero Aguilar/   Como se advierte a simple vista, los petroglifos o petrograbados son diseños simbólicos grabados en las rocas. Literalmente significa “tallado en piedra”. Gracias al golpeteo continuo de la superficie, dejaron líneas y círculos con la intención de dejar un mensaje preferentemente de tipo ritual o vivencial. Los dibujos representan un sistema antiguo de comunicación basado en pictografías o ideogramas. En los muros como en las rocas donde están, se pueden observar los trazos realizados a través de golpes y cincelados, a veces con apariencia muy burda y en otras ocasiones hasta pulidos para dejar un rasgo estético en la roca. Son muy abstractos; muy antiguos y paradójicamente hasta muy recientes, pues la gente del campo continuó los trazos incluso hasta los soldados que pelearon en la revolución. ¿Por qué forman parte del patrimonio como de las artes? Porque cada uno de todos los que tenemos dispersos en el monte y las cordilleras, hablan de la organizac

La Cueva Ahumada

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Antonio Guerrero Aguilar/ Este sitio excepcional,  está a menos de tres kilómetros del camino que va de Rinconada a Los Fierros. A mi juicio bien puede ser un lugar al que se puede rescatar y proteger tal y como ya lo tienen en Boca de Potrerillos en Mina. ¿Por qué? Contradice muchas creencias acerca de lo que sostienen acerca de los nómadas de la Gran Chichimeca. Estuvo habitada, fue lugar de paso y reunión para los antiguos cazadores y recolectores. Es la única zona arqueológica en donde podemos observar pinturas rupestres mezclados con petrograbados, entre los que destaca una figura humana y representaciones de plantas de maíz como de peyote. Quienes la han estudiado, detectaron una importante colección de huellas del pasado y un entierro con ornamentos. Entre los materiales de roca recolectados se encuentran puntas de proyectil, gubias con las que tallaron la piedra, raspadores, manos de molienda, cuentas y pendientes de concha, pequeñas placas de arte mobiliar y restos de inhumaci

Pensamiento y lenguaje de los ancestros

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Antonio Guerrero Aguilar/ Tanto la poesía y la pintura (como de otras disciplinas artísticas), reflejan la sensibilidad creativa del autor. Entonces deben diferenciar entre lo ficticio y lo factual, con un vínculo tan sutil que puede desaparecer. Para evitarlo, empleamos la palabra hablada o escrita, para expresar un significado de lo que quiere trasmitir. Por lo tanto, las piedras mantienen un lenguaje lleno de símbolos cotidianos, imaginativos como conceptuales. De ahí la urgencia de reflexionar en torno a los contenidos existentes en las pinturas rupestres, apoyado en datos de manuscritos encontrados en diferentes repositorios, que nos ayuden a traspasar de una historia idealizada a una más abierta, plena como objetiva y real; reconsiderando al pasado, ubicando al sujeto de la historia a través de su arte rupestre. Hace tiempo, un estudioso dividió al territorio nacional en tres áreas culturales: Mesoamérica, Oasis América y Aridoamérica. Los peregrinos que bajaron por el Estrec

Un museo abierto al cielo

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 Antonio Guerrero Aguilar/ ¿Dónde está el acopio cultural de los cazadores, nómadas y recolectores que recorrieron estas tierras desde hace 14 mil años? En el arte rupestre. Pero no tenemos un código o alfabeto para leer lo que nos quieren decir todos esos símbolos. La cultura de los ancestros, está conformada en una red de lenguajes, ignotos e inaccesibles. A la distancia temporal, solo a través de la semiótica se pueden interpretar. Aunque no lo crean, las zonas arqueológicas son como acervos documentales y museos de arte antiguo, en la ya estudiadas, se vinculan la perplejidad del investigador y la curiosidad del escritor. El eje rector es la semiótica, orientada a la interpretación de petrograbados y pinturas rupestres. En cuanto disciplina que habla de signos, símbolos y sentidos, con ella se puede realizar una hermenéutica apoyada en la lingüística, la arqueología, la cultura, la historia y el arte, para tratar de explicar o al menos, proponer una especie de “piedra rosetta”, q

Semiótica del arte rupestre

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Antonio Guerrero Aguilar/ En la entidad, tenemos zonas arqueológicas repletas de petroglifos, pinturas rupestres y geoglifos. Además de permanecer abandonadas y expuestas al saqueo como destrucción, no sabemos el sentido y significado que guardan todos los signos realizados en las superficies rocosas. A través de la semiótica y la narrativa, como eje comunicacional e interpretativos, hay claves y argumentos (viables como válidos), que nos permitan estudiar al arte rupestre, como un lenguaje visual a la vez artístico como simbólico. Tenemos estudiosos que los analizan desde distintas perspectivas. Sin tener la preparación formal que nos exigen, abordo al arte rupestre visto desde la semiótica, la narrativa, la hermenéutica y la estética.   Hoy como siempre, toda manifestación contenida en la estética de la expresión, tiene que ver con la poética, la cual provoca efectos mediante un juego de metáforas imaginativas. Poesía y arte, representan, imitan y comunican todo lo que respira la

Las piedras que hablan...

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Antonio Guerrero Aguilar/ No soy arqueólogo ni arquitecto, siquiera restaurador o historiador. Tan solo asombrado por el patrimonio ancestral y la información que representan. Ciertamente, me inspiraron las palabras de José Emilio Pacheco:   “Lo que dice la piedra Solo la noche puede descifrarlo Nos mira con su cuerpo todo de ojos Con su inmovilidad nos desafía Sabe implacablemente ser permanencia Ella es el mundo que otros desgarramos”.   Los montes y acantilados guardan mensajes ocultos. Permanecen ignotos, porque su código desapareció con sus autores. Son las pinturas rupestres. No se sabe con exactitud su significado, sin embargo, creo que con la semiótica y hermenéutica aplicada al arte rupestre, se puede mantener un vínculo. Los que saben y han trabajo en laboratorios como salvamento, dirán que son cosas distintas como contradictorias. Pero muchos hallazgos y pistas se deben al ámbito de la literatura. A lo mejor, al oficio de Guillermo de Baskerville en la ob

Las piedras talladas

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Antonio Guerrero Aguilar/   Hay que diferenciar entre la pintura rupestre, realizada con pigmentos ya sea de color rojizo, negro o amarillo y los que fueron hechos a “punta de golpes” como dicen. Los petrograbados se componen en la mayoría de las veces, de líneas y formas concéntricas; a veces punteadas, raspadas o continuadas de manera que dan la impresión de que fueron o quisieron cortarlas. Son más raras, extrañas como enigmáticas. ¿Qué dicen? No contamos con un código que nos permita interpretarlas. Como esta que vemos en la imagen, puede ser una araña, una serie de caminos que confluyen en un punto y de ahí se derivan, hacia otras direcciones. Son tan abstractas que reflejan un lenguaje chamánico, de alguien que a fuerza y voluntad, con sus manos y otras piedras tallaban y tallaban la superficie hasta lograr su cometido religioso, además de dar un motivo estético a la piedra. Los antiguos usaban los llamados “símbolos apotropaicos”, aquellos que propiciaban el bien y alejaba

Sombras nada más...

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Antonio Guerrero Aguilar/ La sombra es obscura debido al bloqueo de una luz. Sin luz no hay sombras. Esta se forma detrás de un cuerpo opaco, pero por un poco de luminosidad, refleja un ambiente obscuro que le da algo de enigmático y a la vez de temor. Dicen que los objetos acaparan la luz y por eso no vemos las cosas definidas en su forma y esencia cuando todo está a obscuras. Pero los seres humanos si emiten luz a través de lo que conocemos como un halo, aura o el nimbo de los santos. Entre la luz y la sombra se forma la penumbra. En el mito de la caverna de Platón, la sombra es el reflejo de la realidad que no podemos ver. Hay dos tipos de sombras: las sombras propias que se forman en el propio objeto y las sombras arrojadas que el objeto produce. Para que haya sombra tiene que haber tres cosas: un objeto de considerable tamaño que arroje la sombra, un lugar donde proyectarse y la luz indispensable para que la sombra exista de forma distinta. En arte, el claroscuro estudia l

En el cielo como en la tierra...

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  Antonio Guerrero Aguilar/ Desde el ocaso hasta la aurora… Los antiguos tenían un lapso para maravillarse como entretenerse, a través del infinito nocturno que les presentaba las estrellas luminosas, los movimientos del Sol y de la Luna, como de los planetas visibles, las salidas del astro rey y las fases lunares, así como los bólidos que atravesaban la esfera obscura como celeste. Todo lo representaron y nos dejaron testimonios de lo que observaron: lo mismo desde las montañas como a monte raso, lo que vieron lo pintaron con asombro y respeto, porque quiero suponer quisieron entenderlo. La observación de las posiciones del Sol se encuentra registradas en los grandes centros ceremoniales como en nuestras zonas arqueológicas. Para los antiguos y primitivos pobladores, el Sol es una parte fundamental de sus concepciones cosmológicas y religiosas. Entendieron además su importancia en la regulación del ciclo de lluvias y secas, así como la regeneración de la vida. Mantenían un calenda

El sol y las resolanas

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Antonio Guerrero Aguilar/ Para Santiago Roel, los hombres de la Gran Chichimeca adoraban al Sol. Les daba calor, regeneraba la vida en los montes, su ciclo propiciaba la vida, ahuyentaba los malos espíritus, la humedad y los fríos que mantenían dormida a la naturaleza. Siempre como algo seguro, seguía un sendero desde el oriente al poniente. De un lado nacía y de otro parecía morir para resurgir al otro día con una nueva vitalidad. A veces se asomaba por entre las montañas. Al ponerse, unos guerreros lo cazaban con sus flechas para detenerlo con afán litúrgico. La prueba está en el escudo de la Ciudad de Monterrey, el indio flechando al Sol con actitud reverencial.   Pero de pronto algo pasaba, perdía luminosidad o pensaban que se detenía. Una fuerza sobrenatural lo escondía en su sombra y por unos instantes ya no estaba. Los animales y las plantas presentían su ausencia: los pájaros duermen, todo se pone en penumbra. Sentían temor durante unos momentos; de nueva cuenta continuab