Pensamiento y lenguaje de los ancestros

Antonio Guerrero Aguilar/

Tanto la poesía y la pintura (como de otras disciplinas artísticas), reflejan la sensibilidad creativa del autor. Entonces deben diferenciar entre lo ficticio y lo factual, con un vínculo tan sutil que puede desaparecer. Para evitarlo, empleamos la palabra hablada o escrita, para expresar un significado de lo que quiere trasmitir. Por lo tanto, las piedras mantienen un lenguaje lleno de símbolos cotidianos, imaginativos como conceptuales. De ahí la urgencia de reflexionar en torno a los contenidos existentes en las pinturas rupestres, apoyado en datos de manuscritos encontrados en diferentes repositorios, que nos ayuden a traspasar de una historia idealizada a una más abierta, plena como objetiva y real; reconsiderando al pasado, ubicando al sujeto de la historia a través de su arte rupestre.



Hace tiempo, un estudioso dividió al territorio nacional en tres áreas culturales: Mesoamérica, Oasis América y Aridoamérica. Los peregrinos que bajaron por el Estrecho de Bering hace 30 mil años, recorrieron la faz de la tierra y solo en algunas partes la habitaron. En la primera se formaron las grandes civilizaciones, en la segunda los “indios pueblo” y en la tercera, los despectivamente llamado chichimecas, a quienes compararon como seres humanos más parecidos a los animales del monte que no conocen Dios ni rey.

Pero no es cierto, los que se quedaron en ambas regiones, necesariamente pasaron por aquí. Sin faltar aquellos que se quedaron en estos lares. La muestra palpable, son las pinturas rupestres y luego otra serie de legados culturales. Si, eran cazadores, nómadas y recolectores con una cultura propia como singular. Pensaban, hablaban, convivían, comían y morían. Toda esa serie de vivencias las desconocemos y solo de vez en vez, aparecen en documentos y crónicas de la época.

Por eso, la importancia de reivindicar su cultura, siempre ha estado presente, desde tiempos ancestrales, a su modo y a su manera de ser, pero ahí está. Hay una memoria de los antepasados, a través de los genes y los cromosomas, que nos manda un mensaje que corresponde a su tiempo y no al nuestro. Ellos aún están vivos precisamente en muchas expresiones de la cultura regional. El problema es que son escasos los estudios del arte rupestre, una disciplina poco abordada por los arqueólogos.

 

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