Los artífices de las líneas y trazos
Antonio Guerrero Aguilar/
Lo primero que debemos hacer es reconocer y
ubicar a quienes dejaron constancia de su paso. Por cierto, algunos nombres de
ellos se mantienen en la geografía regional como Hualahuises, Agualeguas,
Lazarillos, la Pomona, tan solo por citar a algunos. Nosotros les decimos
“indios”, en documentos antiguos aparecen como “bárbaros”, en cambio Alfonso
Reyes, se refirió a ellos como los “mal revolcados hijos del desierto”. Pero
ellos tuvieron una identidad que parte desde el grupo al cual pertenecieron y
al sitio donde transitaban. Alonso de León señala la existencia de al menos 200
etnias a la llegada de los primeros colonizadores. Si van a la colonia
Infonavit Huasteca de Santa Catarina, verán que todos los andadores llevan
nombres de los antiguos y originales pobladores norestenses. De ahí, tan solo
menciono los Garza, Pames y otras más; hasta la avenida central del sector se
llama Huajuco. Durante mucho tiempo nos dijeron que las tribus indígenas que
habitaban éstos rumbos eran los aguaceros, huachichiles y malincheños.
El cronista Juan Bautista Chapa, enumeró a
mediados del siglo XVII a los siguientes grupos que habitaban en los
alrededores de Monterrey, tan solo por citar algunos: los guacachinas,
guinalaes, miscales, popocátoques, guaya-guas,
esteguama, cajubama,
amaraguis, cabi-cujapas,
caguchuarca, niaco-mala, aguatas, tatoamas,
apitala, aguaque, amatames,
poma-liqui, aleguapiame, tepehuanes, , estegueno y batajagua. En
documentos existentes en el Archivo Municipal de Monterrey, mencionan a uno
llamado “cacameguas” que más o menos significa “los que acarrean algo”. Este grupo vivía en los alrededores de
Cadereyta, incluido el cerro de la Silla y además de la jurisdicción del
municipio de San Pedro Garza García. Eso me recuerda dos nombres de procedencia
indígena como: Chipinque y un arroyo que bajaba por la Sierra Madre llamado
Zapalinamé, igual a la Sierra de Saltillo y que al parecer, ahora llaman del
Capitán.
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