La regulación sin dientes

Antonio Guerrero Aguilar/

Sin afán de provocar a las buenas conciencias, pongo el título de la entrega, referente a la consideración de cierto delegado estatal del INAH: “Nos dan facultades pero no dientes”. Tiene razón, obligación moral y ciudadana la de cumplir y hacer cumplir las leyes. Pero hasta eso, la violación la enarbolan con otra frase retadora: “Se las pasan por abajo del arco de la mona de la Independencia”. Es más fácil pagar la multa y trabajar durante la madrugada o provocar la destrucción para que parezca obra del tiempo y no del ser humano. Por eso mis respetos, a quienes al amparo de las políticas públicas culturales, defienden y promueven nuestro patrimonio tangible.



La riqueza de México, está representada a través del legado como de las expresiones ancestrales y actuales. Hombres como Lucas Alamán, Maximiliano de Habsburgos y otros más, se preocuparon en el cuidado de lo que tenemos. En eso, debo reconocer a don Porfirio Díaz, quien proclamó en 1902, la Ley sobre Clasificación y Régimen de los Bienes Inmuebles de la Federación. El 9 de agosto de 1905, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes a través de su titular don Justo Sierra, propuso un “Catálogo de Monumentos Históricos y Artísticos”. Solicitó a los gobiernos estatales, un registro detallado de los edificios civiles y religiosos, construcciones y monumentos que tuvieran valor artístico o histórico. Pocos gobernadores respondieron, entre ellos Bernardo Reyes, tras reunir y fundar el 20 de junio de 1907, la “Junta Arqueófila de Nuevo León”. Dicen que durante una plática con Amado Fernández, acordaron rescatar el Obispado y buscar datos de otras edificaciones, así como del patrimonio natural de los nuevoleoneses.

De una cosa sí estoy seguro: el patrimonio tangible e intangible como natural están bajo resguardo de las leyes. Además de la labor que aquellos hombres hicieron, en 1986 y 1987 se hizo un catálogo de bienes inmuebles en cuatro tomos. En 1991, la ley de Patrimonio Cultural con Jorge Treviño, en 1995 la dirección de Desarrollo y Patrimonio Cultural de Conarte con Sócrates Rizzo, en el 2011 la iniciativa de ley de protección, en el 2013 la ley de Responsabilidad Patrimonial, el 2014 el día del Patrimonio de Nuevo León y en el 2018 el Fideicomiso para la Conservación del Patrimonio Cultural e Histórico. Pero “el tiempo es ciego, el hombre es estúpido. El tiempo todo lo devora, el hombre más” (Víctor Hugo, El Jorobado de Notre Dame) 


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