Semiótica del arte rupestre
Antonio Guerrero Aguilar/
En la entidad, tenemos zonas
arqueológicas repletas de petroglifos, pinturas rupestres y geoglifos. Además
de permanecer abandonadas y expuestas al saqueo como destrucción, no sabemos el
sentido y significado que guardan todos los signos realizados en las
superficies rocosas. A través de la semiótica y la narrativa, como eje
comunicacional e interpretativos, hay claves y argumentos (viables como
válidos), que nos permitan estudiar al arte rupestre, como un lenguaje visual a
la vez artístico como simbólico. Tenemos estudiosos que los analizan desde
distintas perspectivas. Sin tener la preparación formal que nos exigen, abordo
al arte rupestre visto desde la semiótica, la narrativa, la hermenéutica y la
estética.
Hoy como siempre, toda manifestación
contenida en la estética de la expresión, tiene que ver con la poética, la cual
provoca efectos mediante un juego de metáforas imaginativas. Poesía y arte,
representan, imitan y comunican todo lo que respira la vida del cosmos. En lo
singular, palpita la vida de todo y el todo se manifiesta en una vida de lo
singular. En cada texto, el poeta recrea la fantasía, todo destino humano,
todas las esperanzas, todas las ilusiones, los dolores, las alegrías, las
grandezas y las miserias humanas. Mientras que el artista, en un punto, en una
línea, en un círculo o ángulos, prefiguran una obra abierta a la comunión de lo
que el poeta tiene como inspiración.
Toda sabiduría ha de estudiarse como un
fenómeno de comunicación, con contenidos propios. En consecuencia, como punto
de partida, veo la aspiración humana de escapar a la barbarie. Propiamente todo
comienza, cuando un ser pensante le da una nueva función a la piedra. Entonces
llega la posibilidad de trasmitir algo de la información adquirida y para ello,
elaboró códigos, primero con la función de ordenar el mundo conocido y luego dotar
de sentido a los hechos, saberes y conductas.
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