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Muchas gracias

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Antonio Guerrero Aguilar/ Durante un semestre, aproveché la plataforma para dar a conocer los avances del proyecto "Borrón y olvido: recuento del patrimonio perdido", al amparo de la beca del Programa al Estímulo Creativo y Desarrollo Artístico del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (FONCA-Secretaría de Cultura federal) y de Conarte-Nuevo León. Todo estuvo orientado a la investigación como difusión del patrimonio cultural y por lo mismo, agradezco la tutoría y asistencia de Mari Jose Castelazo André del ITESO de Guadalajara, de Arturo Lérate Aguilar del PICS, a los jurados Rosana Covarrubias y Gerardo Nevares, al apoyo de Jesús Rodríguez Olveda en su ayuda en asuntos administrativos, tal vez, lo más complicado para un servidor, porque batallo en cosas relacionadas con la logística y trámites. A las instituciones como la Facultad de Arquitectura de la UANL, la Biblioteca Central del Estado de Nuevo León, el Museo de Culturas Populares, el Municipio de

La piedra del Sol

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  Antonio Guerrero Aguilar/   En el montículo de Piedras Pintas, se hallaba una piedra de regular tamaño, pero fue removida de su sitio en el verano de 1981, cuando la trasladaron a una sala como parte del museo y sede del archivo en el palacio municipal de Sabinas Hidalgo. Veo la imagen: sobresale por su decorado, especialmente un Sol radiante al extremo izquierdo. El resto consiste en una cascada de 38 líneas que van de arriba hacia abajo que terminan en unas formas que simulan unas vulvas, clara alusión a un rito de fertilidad. Los rombos y las grecas evocan un tipo de culto dedicado a la serpiente, seguramente la víbora de cascabel, especialmente la conocida como “diamantina”, tan abundante en la región.   La roca es una pieza del rompecabezas. Todo nos remite al movimiento de las estrellas y constelaciones, en relación a los ciclos naturales como el crecimiento de la vegetación, la recolección de frutos silvestres, a las temporadas de caza, celo de las presas y las estacione

Pasado y vigencia de Piedras Pintas

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 Antonio Guerrero Aguilar/ ¿Qué hace tan especial a Piedras Pintas? Lo enigmático en muchos sentidos: no sabemos su antigüedad ni quienes fueron sus autores, así como el significado de sus inscripciones. Es como un observatorio sobre un montículo, al cual decoraron para representar tanto lo que ocurre en el cielo como en la tierra. En los tiempos idos, era un paraje de unión como de reunión, porque tenían asegurado el abasto de agua, de plantas como animales, en medio de un cruce de senderos ancestrales con los que podían acceder a otros torrentes como los actuales ríos Bravo, Sabinas, Salado y Álamo. A cierta distancia de Picachos como de los yacimientos de sal situados más al norte. El entorno aseguraba el eterno retorno, lo vemos en los fogones, los artefactos dispersos, seguramente también acumulación de los restos de sus difuntos, protección en los barrancos que ladean los arroyos, porque el firmamento se puede ver en todo su esplendor como complejidad, así como la proliferación

Los trazos vivientes de Piedras Pintas

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Antonio Guerrero Aguilar/ En 1943 el entonces secretario del ayuntamiento de Agualeguas, don Protasio Cadena, describió al sitio de Piedras Pintas, como “una hilera de grandes peñascos de asperón o arenisca colocados unos a otros del Norte a Sur, con una desviación de diez a quince grados aproximadamente al Este”. Pero también lamentó: “En medio de apartadas regiones, resiste oculto e ignorado, tanto de los embates del tiempo como de la indiferencia de las gentes, pero con la fuerza suficiente para atestiguar el paso de los ancestros, son símbolos que muestran el aliento creador de su cultura y de sus destinos”. Hizo estimaciones: la base de poco más de cuatro metros y medio dividida en dos peñascos. Pero advierte que se trata de cuatro rocas que aparentemente se mantuvieron unidos por mucho tiempo, porque los bordes más o menos coinciden y hay figuras que se complementan de un lado con el otro. Las describe repletas de: “Figuras romboides de forma horizontal, círculos concéntricos

Piedras Pintas: testigo de un pasado ausente

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Antonio Guerrero Aguilar/ Lo que para nosotros, puede ser una jornada de ida y vuelta, en cambio; los de la Junta Arqueófila fue toda una peripecia, una aventura digna de revivir. Aprovecharon el tiempo y acudieron hasta un punto llamada “Las Tinajas”, cerca del Arroyo Blanco, en donde ubicaron un yacimiento de fósiles. Ya de regreso a Agualeguas, estuvieron en un sitio denominado “Piedra Parada”, (lamentablemente desaparecido cuando hicieron la carretera entre General Treviño y Agualeguas con el correr del tiempo) y pasaron una noche en Cerralvo, aprovechando para conocer la casa de Martín de Zavala y el bosque de ahuehetes del parque Porfirio Díaz, hoy conocido como “El Sabinal”. Ya de regreso, hablaron con el señor alcalde de Monterrey: le mostraron imágenes y contaron todo lo que hallaron. Entonces el jede de la comuna regiomontana, les   propuso otra expedición para conocer el significado de los petroglifos. También le mandaron fotografías a Leopoldo Batres. Por todo el trabaj

La expedición a Piedras Pintas

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Antonio Guerrero Aguilar/ En octubre de 1907, la Junta Arqueófila mandó misivas a los alcaldes de los municipios, pidiendo información en torno al patrimonio existente en cada punto de su jurisdicción. Entonces llegó una noticia inesperada como relevante desde Parás: en el rancho de Santo Domingo, está el “Frontón de Piedras Pintas”, “con dibujos de signos o jeroglíficos realizados por los indios de ahí” (sic). Esto provocó el ánimo de los integrantes, quienes prepararon una excursión, saliendo el 22 de marzo de 1908. Le llamaron “Excursión científica al Frontón de Piedras Pintas”, con el objetivo de estudiar las inscripciones esculpidas “sobre las rocas del lugar y explorar aquella región con los fines que la misma junta se ha trazado”. Trayecto complicado: viajaron en tren por la ruta a Matamoros hasta la Estación Herreras y luego rentaron un coche que los llevó a Cerralvo y Agueleguas, en donde se sumó el doctor Vidal de la Garza y de ahí a Parás en donde se dirigieron a Piedras P

El sentido y lenguaje de las piedras pintas

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Antonio Guerrero Aguilar/ Dicen que nunca se sabrá a ciencia cierta, el significado de los trazos y líneas que nos legaron los ancestros. Resulta extraño, que ninguno de los historiadores y cronistas que abordaron los proyectos de población y evangelización en el Nuevo Reyno de León, hayan dejado referencias en torno a las pinturas rupestres. Posiblemente la existencia de las mismas, se daba de forma oral, gracias a los exploradores y pastores que andaban por los montes. Lo cierto, como bien lo anotó Hervert Kühn: “El problema del hombre prehistórico ha ganado en forma e intensidad, pero sigue siendo la incógnita de las incógnitas”.   Sin embargo, hay documentos y crónicas allá en Coahuila donde las refieren. Aquí en la entidad, tal vez porque no estaban a la vista de todos o por ser hechas por los indios bárbaros, no merecían su atención deseada. Las zonas arqueológicas revisten muchos problemas: desde la ubicación, la ignorancia, expuestas al daño como alteración. Por eso, comp