Piedras Pintas, la sede litúrgica ancestral
Antonio Guerrero Aguilar/
Con la fundación
de San Gregorio de Cerralvo en 1629, comenzaron las exploraciones como
expediciones para el poblamiento del Nuevo Reino de León. A unas leguas de ahí
se fundó una misión llamada Santa Teresa de Alamillo. Al despoblarse al poco
tiempo, dejaron otra misión llamada San Nicolás de Gualeguas. Dicen que un
franciscano dio con el sitio arqueológico. Voy a imaginar unas cosas: los religiosos
seguían a los indios hasta donde mantenían sus rancherías, regularmente levantadas
a donde llegaban cada periodo de tiempo: estaba la corriente del río, con
suficientes piezas de cacería y buena vegetación para su recolección. Dispersos
y al abrigo de un barranco, con repechos para su resguardo. Posiblemente, hace
milenios fue una cueva, colapsada debido a las crecidas del torrente. Lo
cierto: fue ruta que siguieron los ancestros y las muestras de arte rupestre lo
refrendan. Hay muchos petrograbados y pocos indicios de representaciones con algunas
rayas con tonalidades rojizas sobre la superficie.
En medio de la
roca más grande se pueden identificar las huellas de un felino y un venado; una
dualidad propia del cazador como de su presa, las cuales reflejan la intención de
asegurar su alimento y propiciar la regeneración de la vida en el monte. De
acuerdo a creencias ancestrales, el rastreo en la cacería, nos lleva pensar la
existencia de un venado que los guiaba y señalaba en donde debían parar. Junto
con el peyote, daban fuerza a los caminantes en sus largas jornadas, además
procuraba la vinculación con la naturaleza de manera ritual. Para Lorenzo
Encinas, el paraje es un espacio de rocas vivas, tan especial porque detallan
elementos de su mundo circundante: figuras humanas estilizadas en actitud
ritual tanto para la vida, la paz, la guerra y la sobrevivencia. Los trazos más
recurrentes, evocan el cauce de agua del río, la serpiente como símbolo de la
regeneración, protección y alimento, así como calendarios y soles. Por esos
parajes, pasó Cabeza de Vaca tiempo atrás y Alonso de León, supo de las visitas
que hacía un curandero parecido al “Mala Cosa” descrito por los derroteros
antiguos.
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