El pasado expuesto al daño

 Antonio Guerrero Aguilar/



Hace unos años, vimos a una artista realizar un performance sobre una espiral grabada en piedra allá en Coahuila. Ya no se supo en qué quedó el asunto, pero conviene mencionar que el arte rupestre se divide petrograbado, pintura rupestre y geoglifos. Las pinturas rupestres fueron hechas a base de pigmentos sobre muros de rocas, barrancos, cuevas y abrigos rocosos. Preferentemente usaban dos colores de pintura: uno rojo y otro de color ocre. Dicen que el rojo viene de una mezcla de la savia de una planta llamada sangre de drago con agua y otros pigmentos de minerales molidos. Pintaban con las manos, con pinceles de pelo animal, ramas quemadas, cañas huecas para soplar la pintura, a veces escupían sobre la mano y aprovechaban las salientes o formas de la roca para darle volumen al trazo. Tienen elementos y símbolos menos abstractos que los petrograbados. Ambos son tipos de arte parietal, llamado así porque fue realizado en muros. Las muestras de pintura rupestre en mejor estado de conservación se han encontrado en el interior de cuevas. Pero también las encontramos en otras superficies rocosas menos protegidas, como barrancos, cañadas, abrigos rocosos. 



En Nuevo León tenemos cerca de 800 sitios con arte rupestre, de los cuales solo Boca de Potrerillos en Mina está habilitado y protegido adecuadamente. Esta pintura está en Cueva Ahumada, hace tiempo su techo se colapsó. Vinieron a estudiarla arqueólogos de la Universidad de Texas en Austin, encontraron sepulturas y ofrendas, pero hasta ahí quedó todo. Luego les dio por construir una carretera a un lado de la misma y toda la montaña recientemente fue vendida. En un futuro no muy lejano todo esto será historia.


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