Nuevo León a dos siglos

 Antonio Guerrero Aguilar/

¿Qué se puede decir en torno a la existencia de una entidad como la nuestra? Don Nemesio García Naranjo aglutinó el sentido de los tres tiempos en estas alentadoras palabras: “Creo en tu pasado, que es un paradigma de pulcritud; en tu presente que es una lección de eficacia constructora; pero sobre todo, Nuevo León, creo en tu porvenir radiante, porque tus pupilas siempre alertas, y tus nervios en tensión creciente, no descansan un segundo en la santa tarea de ensanchar los horizontes y extender las perspectivas de la Patria”. Pero ahora, el pasado y el presente no les importa, tan solo buscan lo que vendrá y llegará…

A decir verdad, estamos hablando 445 años de ser el Nuevo Reino de León, pero ese lapso no se agota: vamos hasta los 12 mil años en que los ancestros atravesaron estas tierras y nos dejaron una impronta delineada en las piedras. Es abordar desde los afanes de del Canto, Carvajal, Montemayor, Rodríguez y Zavala, hasta los que lo precedieron. Es identificar el papel de Juan José de la Garza, José Antonio Rodríguez, José María Parás y Joaquín García, así como del padre Arroyo de Arredondo y los de Llano entre otros más…



Del cuadrado de las 200 leguas a los cien mil kilómetros cuadrados de extensión territorial, reducidos a poco más de los 64 mil de soberanía territorial. Alguien lo describe perfectamente como “el rombo con las montañas azules”, acotado al norte por las Villas del Norte y la zona carbonífera, hasta las tierras agrestes del altiplano como el recorte a beneficio de las entidades de los lados, tan solo para lograr una franja fronteriza de 16 kilómetros por 14. Desde los cien mil a los 6 millones de habitantes, apretujados en dos valles repletos de montañas dañadas.

Los antiguos propusieron soberanía, pero dependemos de otros, ofrecieron seguridad ante las adversidades, como propiciar la felicidad, así como el grande objeto de promover la gloria, la prosperidad y el bien de toda la Nación.  Salieron invictos ante la adversidad: somos una entidad que ha padecido y enfrentado invasiones, intervenciones, estados de sitios y dos veces, la desaparición de poderes.

Se complica sintetizar todo en cuantas líneas, me gustaría escribir y ya lo tengo, 200 cosas por las cuales debemos sentirnos orgullos del lugar donde nos movemos y existimos. La mejor pedagogía de todo esto: en plantear lo que queremos y empatar los anhelos y afanes de aquellos con los de ahora, aún y cuando parece que lo menos esencial, es el lapso comprendidos en 200 vueltas al sol.

 


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