La riqueza de Piedras Pintas

Antonio Guerrero Aguilar/

En lo particular, de todas las cosas que propusieron y realizaron los de la Junta Arqueófila; la más significativa fue la expedición realizada en la primavera de 1908, a un sitio donde prevalece la geometría de la naturaleza conjuntada con la simetría de la cultura de los ancestros. Se trata de Piedras Pintas, ubicado en un paraje de la ex hacienda de Santo Domingo, muy cerca del río Sabinas en el tramo que le corresponde a Parás, Nuevo León. Lugar de unión como de reunión, en el antes como después. El arte rupestre no se hizo de la noche a la mañana, más bien de forma gradual en donde cada uno de los antiguos, añadía un trazo y un motivo a la piedra. Aclaro que no conozco muchas zonas arqueológicas, pero de las que sí tengo referencias, es la más extraña, atrayente como misteriosa. Están sobre un conjunto rocoso que conjunta la función litúrgica, así como observatorio astronómico. Por su posición se puede apreciar el paso del astro rey como de la Luna, avistar la estrella polar como Venus y la Vía Láctea. Ya con peyote al alcance, propiciar la fiesta mágica del mitote.



Cada línea para ellos es una letra para nosotros, un dibujo un párrafo en el cual se pueden leer elementos de un lenguaje lejano como presente, antiguo como evocador, repleto de líneas profundas en la roca elaboradas por los antiguos artistas: son incisivos, hechos por abrasión y pulimiento en la superficie de la roca, que su forma y textura; simulan sombras sobre las piedras, dándole la impresión de que fueron pintadas y no cinceladas, de ahí el nombre de Piedras Pintas.

Son siete trazos primarios identificados: la espiral, el círculo, el medio círculo cortado, la “S” también denominada como “curva de la belleza”, más las líneas ondulada en zig-zag, y recta. Las pinturas evocan un sentido: fueron hechas para decorar su espacio, para evocar recuerdos de los tiempos idos, para convocar a las fuerzas sobrenaturales, para dar testimonio de su paso en el tiempo como en el espacio de sus correrías. Cada ranura es una cuenta, un rasgo de su conocimiento menospreciado por quienes enarbolan la modernidad y los avances tecnológicos. Tan abstractos como reales, sencillos y complejos. Son las piedras que hablan a través del arte rupestre…

 

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