La cúpula cuarteada
Antonio Guerrero Aguilar/
Crecimiento y
desarrollo a veces no van a la par. Apolo y Minerva, la marcha paralela del
auge económico y los indicadores sociales. Lo reconozco, no había mucho para
sobrevivir. En el plano cultural, no había colegios ni hospitales hasta fines
del siglo XVIII. En 1710 dijeron que la arquitectura y traza urbana era
irrelevante. El porfiriato nos benefició y gracias a Bernardo Reyes, la entidad
se convirtió en la “fábrica de la frontera”. Una revista de 1903, se refirió a
Monterrey como “la Manchester de México. Innumerables son sus fábricas y
establecimientos industriales; bastaría la sola ‘Compañía Fundidora de Fierro y
Acero’ para dar vida industrial a una ciudad. Fábricas de cerveza, de vidrio,
de ladrillos, etc., etc., hacen de ella un centro manufacturero de primer
orden… Monterrey cuenta con espléndidos edificios; entre los cuales figuran la
Catedral, la iglesia del Roble, el Palacio del Gobierno, el Palacio Municipal,
el Colegio Civil, el Hospital, la Penitenciaria, el Teatro, etc.” Curiosamente
no señalaron ni el obispado ni el convento. El primero se hallaba deteriorado y
abandonado y el otro, de vez en cuando le daban su mantenimiento. En
consecuencia, en el otoño de 1907, la “Junta Arqueófila de Nuevo León” le pidió
anuencia al gobernador para procurar su conservación y remodelación. A decir
verdad, no necesitaba de una “manita de gato” como dicen; pero si una total
intervención.
Por ser
histórico y “colonial” le pertenecía a la esfera federal. Aprovechando la buena
relación del gobernante y el presidente, pensaron que la respuesta sería rápida
como efectiva. Pero hubo comentarios a mi juicio mal intencionados: comparada a
otros templos de la nación, carecía de importancia para ellos. El 15 de febrero
de 1908 solicitaron permiso para intervenir, porque recursos, nomás no los
mandaron. Al menos, aprobaron la intención, siempre y cuando: “no se hagan
perder a la construcción de que se trata los detalles característicos… y no se
afecte el derecho de propiedad que el gobierno federal tiene sobre el edificio…”.
Reunieron 225 pesos otorgados en su mayoría por el municipio de Monterrey, para
componer la cúpula con cemento y amarrar las cuarteaduras existentes. Tardaron
un par de años en reparar al inmueble, pero al menos quedó mejor que cómo
estaba…
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