El recuento del patrimonio cultural de Nuevo León
Antonio Guerrero Aguilar/
En una reunión
verificada el 17 de octubre de 1907, los miembros acordaron el envío de un
oficio a todos los alcaldes, para la entrega de noticias e informes de los edificios
y monumentos antiguos, relacionados con la historia patria y que por alguna razón,
sean dignos de conservar, así como la existencia de bosques, puentes, cascadas
ya sea por su belleza, magnitud e importancia y que corrían el riesgo de
perderse por el afán modernizador y la destrucción del pasado.
No todos
respondieron, tan solo se conservan algunas hojas remitidas por las
municipalidades. en Montemorelos el baño de las Huertas de aguas termales, el
rancho el Porvenir de Tiburcio Cuéllar y el rancho de las Moras además de unas
grutas. De Santa Catarina la casa donde se quedó a dormir Benito Juárez, los de
Villa de García presumieron sus dos grutas, de Monterrey el paraje el Diente,
la Catedral, el Roble, el palacio, la penitenciaría, las escuelas normales, el
colegio civil, los monumentos a Hidalgo y Juárez, el Casino más la sede del Banco
Mercantil. De Villa de Juárez el cerro Agujerado, de Guadalupe el bosque de la
Pastora y el de Aureliano de León. En San Nicolás de los Garza, el manantial
rodeado de hermosos ébanos y encinos cuyas arboledas se prolongan por la
acequia por donde corre el agua de tal vertiente.
De Mina, la Gruta
del Cerro de la Ventana con depósitos de agua y un techo situado a cuatro
metros de altura, el río Chiquito o de los Cuaanales en donde sobresale la
cascada. En Lampazos dos casas ligeramente enjalbegadas, una perteneciente al
sitio donde nació Juan Ignacio Ramón y la de Juan Zuazua, así como el ojo de
agua con un bosque que lo hace un pintoresco paraje. En Sabinas un pequeño
bosque de sabinos y un ojo de agua. En Cerralvo la finca de Martín de Zavala de
la cual quedaban unos muros y el Sabinal con bosques de sabinos milenarios que
de vez en cuando eran incendiados y la gente de los alrededores iba a lavar la
ropa, por lo mismo alertaban del mal estado de algunos árboles. En el rancho de
Santo Domingo de Parás, el “Frontón de Piedras Pintas”, “con dibujos de signos
o jeroglíficos realizados por los indios de ahí” (sic).
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