Un palacio nuevo para un gran cabildo

 Antonio Guerrero Aguilar/

Dicen que los muros de aquel edificio, eran de sillares cubiertos con enjarre y terrados soportados por vigas. Los trabajos de adecuación fueron lentos y costosos para un cabildo que dependía mucho de lo poco que se podía reunir. Estaba en medio de la plaza de armas como de un amplio corral, donde después se instalaría la Plaza de la Carne, hoy Plaza Hidalgo. La ciudad repuntó como importante eje comercial y de las primeras factorías, por lo mismo, a mediados del siglo XIX, comenzaron a construir un segundo piso, levantado y soportado por cubos de sillar, con amplios portales realizados con embaldozado de cemento y banquetas del mismo material. Los pilares que soportan los arcos de los mismos son gruesos, dando al edificio un aspecto de pesadez y firmeza.



 

Tiene cuatro entradas que dan acceso a un patio, que durante mucho tiempo estuvo enladrillado con arriates en donde sembraron naranjos. Para acceder al piso de arriba, tienen dos escalinatas de piedra negra del Topo y corredores cubiertos formados por arcos, provistos por barandales de fierro. Por la parte exterior, los altos tienen barandales corridos que circundan todo el edificio, adornado en la parte superior con balaustradas de piedra. Sobre el frontis de la fachada que da al oriente, sobresalen en el enrejado las iniciales y el año: E.M.I.A. 1853: “El muy ilustre ayuntamiento 1853”. Mientras en la fachada opuesta, frente a la plaza Hidalgo, hay un tablero formando un copete con la inscripción: “El R. Ayuntamiento de 1886-1887”. Los detalles finales se deben al constructor y escultor Papias Anguiano, quien hizo el escudo ancestral de la capital y del cual, muchos se aseguran desapareció. 



En medio, sobresalía un pozo de agua con su noria respectiva, que fue referenciada por el presidente Porfirio Díaz durante su visita en diciembre de 1898, que además de surtir agua, lo usaban para tirar monedas y pedir deseos. El sitio es histórico y emblemático: cuartel de los ejércitos norteamericano y de la intervención, sirvió de pelotón de fusilamiento del célebre bandido Agapito Treviño “Caballo Blanco” y sede de los cabildos hasta 1976 y luego del poder judicial, además de que lo habilitaron para la entrevista de George Bush y Carlos Salinas de Gortari, dejándolo como museo y centro cultural.



 


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