La Pepa, Minerva y Arredondo
Antonio Guerrero Aguilar/
El
19 de marzo de 1812, fue proclamada la Constitución de Cádiz, convocada para
contrarrestar la intervención militar de Bonaparte y recuperar la libertad del
monarca Fernando VII. Entre sus aportes, destacan la creación de diputaciones
provinciales, en cuanto cuerpos colegiados formados por vecinos honorables, que
le dieron cierta autonomía a las provincias respecto a la capital del virreinato,
así como establecer ayuntamientos en pueblos con más mil habitantes. Por
consiguiente, las autoridades de Monterrey, ordenaron instalar una columna
piramidal, dedicada a la diosa Minerva enfrente de la iglesia catedral, en
medio de la plaza de Armas. La deidad
romana sostenía en en sus manos, el libro en donde estaba grabado el artículo
325, que proponía una diputación presidida por un jefe político por cada
provincia.
En julio de 1814
llegó el general Joaquín de Arredondo para tomar control político y militar de
las Provincias Internas de Oriente. En el acto de bienvenida, durante dos
horas, se le rindieron los honores con “besamanos”, quién con ínfulas de
grandeza, exigió los honores y trato de virrey tanto del cabildo catedralicio
como del ayuntamiento de Monterrey. De forma prepotente, provocó el
levantamiento de una nación de indios bárbaros y se regocijaba de las quejas
vecinales. También desconoció a la junta provincial y mandó tirar el monumento
a la soberanía popular.
Una
noche llegaron unos militares hasta donde estaba el memorial. Venían embriagados,
con música de una banda militar y con escándalo, gritaron “mueras” al cabildo municipal
y a la Constitución. Eso sí, lanzaron “vivas” a Fernando VII, por la disolución
de la carta de Cádiz. Luego formaron cuadro frente al obelisco de Minerva y la fusilaron.
Como las balas no le hicieron daño, la lazaron y con varias cuerdas lograron
derribarla. Ya en el suelo, comenzaron a golpearla hasta dejarla en pedazos.
Entonces pusieron una pintura del rey y un letrero que decía: “Muera la pu…
Constitución”. El considerado virrey de las Provincias Internas de Oriente,
persiguió a los dos cabildos: el eclesiástico y el civil de Monterrey. Arredondo
tomó por domicilio, la casa que ahora es Sede del Colegio de Especialidades
Jurídicas y todos los días, como cada noche también, hacia fiestonas para su
beneficio…
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