La casona de las "Golondrinas"
Antonio Guerrero Aguilar/
Resulta raro y hasta en cierto punto coincidente, que muchas de nuestras grandes instituciones hayan nacido en el seno de un hogar, de lo que alguna vez fueron precisamente residencias de familias pudientes de la ciudad, excepto la Universidad de Nuevo León que desde un principio, tuvo al Colegio Civil como su alma mater. No me imagino el trajinar de poco más de 350 personas, reunidas en una casona de dos pisos situada en la calle de Abasolo número 858 en el barrio de la Catedral. Ahí en donde alguna vez fueron salas, cocina, comedor y dormitorios, comenzaron las clases del ITESM, tanto para preparatoria, técnicos, contadores e ingenieros. El lunes 6 de septiembre de 1943, arrancaron los cursos que desde entonces no han dejado de parar. Por fotografías, un portón con arco de medio punto, con ventanales enrejados con hierro forjado y decorados con plomo. La imponente fachada de estilo típico de la arquitectura regional, con balcones corredizos, ornamentos supraportales, con todo el conjunto rematado por una pequeña balaustrada.
Quiero suponer que la finca tenía su patio central decorado por columnas y
arcos, pisos de pasta en sus pasillos, con su traspatio en donde alguna vez
estuvo el jardín y huerto familiar. De pronto, los salones con techos altos y
grandes puertas de madera, dejaron ser protagonistas de las vivencias como historias
de los alumnos, tras mudarse a nuevos terrenos al sur de la ciudad. La
matrícula subió en un 75 por ciento al año siguiente y llegaron jóvenes de
otros lados, por lo que requerían de un internado e instalaciones adecuadas
para los mismos. El nido tan solo dio cobijo por dos años, porque los
consejeros de la EISAC se hicieron de un predio de considerable tamaño en el
trazo de la vieja Carretera Nacional por el Ancón del Huajuco. Las casas tras
deshabitarlas, resguardan recuerdos, gritos, lágrimas como alegrías. Poco a
poco le dieron otro uso, hasta que lamentablemente, un día ya no apareció,
dejando tan solo una fachada fantasma. Los que ahí vivieron se fueron y sus
nostalgias fueron trastocadas por el imponente campus que mantienen. Tan solo,
de vez en vez, las golondrinas llegan y al no encontrar los rincones se van
también…
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