El monumento a Bolívar
Antonio Guerrero Aguilar/
A mediados de siglo XX, el sector que va del Obispado al Topo Chico se comenzó a poblar. Como epicentro, dejaron una glorieta para facilitar al flujo vehicular en la confluencia de siete calles, que iba en paralelo a la entonces avenida Libertad, actual Gonzalitos. A esa vía le llamaron Simón Bolívar y para honrar la memoria del gran libertador de Sud América, decidieron levantar un hemiciclo para reconocerlo. Entonces le pidieron al escultor Manuel Bermeo, una escultura en metal de 2.50 metros, encima de un pedestal de cuatro metros, en medio de una rotonda de 50 metros de diámetro. Resaltaba en el conjunto escultórico, el lema: “La Gloria está en Ser Grande y Útil”. El monumento fue pagado por el municipio de Monterrey y la Logia Simón Bolívar Número 20. El 20 de mayo de 1962 se hizo la inauguración. Estaban colocadas, siete banderas de naciones donde Bolívar estuvo a favor de la insurgencia. Acudieron las autoridades de la ciudad, miembros del congreso local, el señor gobernador Eduardo Livas Villarreal, el embajador de Venezuela Carlos Fernández Mc Gregor y el cónsul de Bolivia en Monterrey, Alberto Pol Fernández.
La orquesta sinfónica de la
Universidad de Nuevo León amenizó el acto. En uno de los discursos, compararon
a la Sierra Madre Oriental con la Cordillera de los Andes y se hizo énfasis en
sus frases: “El arte de vencer se aprende en las derrotas” y “He sembrado en el
viento y he arado en el mar”. Pero en 1989, durante la gubernatura de Jorge
Treviño, determinaron que el memorial restaba visibilidad a la serie de
columnas de la línea 1 del metro elevado, por eso lo movieron de ahí. En 1991,
Sócrates Rizzo ordenó su instalación en una plaza, donde precisamente comienza
la arteria rumbo al norte, en su cruce con José Benítez. En lugar de Bolívar,
encargaron una serie de esculturas con varios colores a Alberto Cavazos llamada
“Yo América”. La raza de las Mitras, decía que se fue el militar y tan solo
quedaron, “las hijas de don Simón” por aquello de la canción: “Ay que bonito
bailan, las hijas de don Simón…”.
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