Don Diego: el itinerante olvidado

 Antonio Guerrero Aguilar/



Alguna vez don Alfonso Reyes escribió: “Los grandes monumentos se deben apreciar a cierta distancia; las instituciones sociales, a la distancia de ciertos años. Esta óptica del tiempo, viene así a completar la óptica del espacio”. Así como los antiguos marcaban los sitios fundacionales y las matronas el solar materno para enterrar el ombligo, a nuestras autoridades les da por indicar el punto donde todo comenzó. En Monterrey tenemos un obelisco y tres monumentos a los fundadores. Al margen del error geográfico que pudiera existir, en 1981, el entonces alcalde de Monterrey, don Pedro Quintanilla Coffin, develó una escultura dedicada a don Diego de Montemayor. De cuatro metros de altura, realizada en bronce y aleaciones, con una pátina en tonos café y verde. La colocaron en el patio central de la casa del ayuntamiento regiomontano, en una estructura donde sobresalía y se podía ver erguida como majestuosa.

Obra del escultor Mario Fuentes de la Garza (1934-2004), quien también realizó las de Hidalgo en la Explanada de los Héroes, la ecuestre de don Luis Carvajal y de la Cueva y la de Lázaro Cárdenas en avenida las Torres. En aquel tiempo, se difundió la idea del ansiado retorno de don Diego de Montemayor al origen de la ciudad. Luego viene el problema que padecemos: no conozco a otro lugar donde a los monumentos, “les salgan ruedas” para moverlos de lugar. Con la Gran Plaza, decidieron una nueva “Fuente Monterrey”, entre el palacio legislativo y el poder judicial del Estado, precisamente en donde estaba la original fuente inaugurada en 1953, en la esquina de Allende y Zaragoza, sede del renombrado “Ojo de Agua” y luego las albercas "Monterrey". Tiene como escenario el maravilloso mural de Joaquín A. Mora, armado por el artista Mirant.



Pobre don Diego, las que sufre en ese espacio que no le corresponde; en medio de un lago que rara vez tiene agua y si la hay, está sucia. Casi no se aprecia por el flujo vehicular.  Le han quitado dos o tres veces su espada, sin el mantenimiento que merece, oxidada y sin las placas que alaban su proeza.


Comentarios

Entradas populares de este blog

El recuento del patrimonio cultural de Nuevo León

El sentido y lenguaje de las piedras pintas

Don Mariano y sus monumentos