De campo militar a parque Niños Héroes

 Antonio Guerrero Aguilar/



Para los empresarios y clases medias, el ejército mexicano causaba temor. Por eso cuando el general Juan Andrew Almazán tomó posesión como comandante de la región militar, se dedicó a ganarse la confianza y el respeto de toda la ciudad como de los municipios de la entidad. Organizó unas fiestas y desfiles y las compañías se dedicaron al cuidado como rehabilitación de los espacios públicos. Los hijos de la Patria no vivían en condiciones adecuadas, entonces se abocó a construir un cuartel y campo con todo lo necesario para su estancia, entrenamientos y recreación.  Esos terrenos pertenecieron a don José A. Muguerza, quien decidió traspasarlos para darles un mejor uso. El autor de todo el proyecto de las instalaciones, campos, áreas de convivencia y jardines, se debe al ingeniero Juan Lobeira Castro. Al concluirlos, quedó la base del cuartel general, además de tres cuarteles para corporaciones, una residencia para el comandante de zona, casas para familias de oficiales y familias de algunas clases de tropa y soldados; un hospital, tienda de abarrotes, y ropa, casino para oficiales, un comedor, las canchas deportivas, alberca, hangar, talleres y almacenes, escuela militar y pista de aviación. Contaban con servicios básicos de luz, gas y agua. Para honrar la memoria del responsable de la defensa de Monterrey durante la rebelión escobarista en 1929, le llamaron “Campo Militar Rodrigo Zuriaga”.



El 14 de mayo de 1980, la Secretaría de la Defensa Nacional cedió al gobierno del Estado de Nuevo León, unas 55 hectáreas de todo el espacio. En 1990 se convirtió en el Parque Niños Héroes, al cual le añadieron una porción para la Biblioteca Magna Raúl Rangel Frías de la UANL. Veo estas imágenes y las comparo con las actuales. Lamentablemente muchas instalaciones pasaron a oficinas y el bosque urbano cedió ante el asfalto. Todo lo modificaron, entonces concluyo que estaba mejor cuando los militares ahí vivían.




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