Los monumentos al fervor patrio

 Antonio Guerrero Aguilar/



El año de 1910 era crucial para el régimen, tanto en lo político, así como para consolidar la presencia y la continuación de las obras al amparo de los postulados del orden y progreso. Don Porfirio buscaba la reelección y requería dejar constancia del desarrollo y el crecimiento alcanzado desde fines del siglo XIX.  Por lo mismo, previo a las elecciones de 1910, se dedicó con todo a promover los festejos del centenario de la Independencia de México. Nombró a una comisión de carácter nacional y a través de la misma, destinaron recursos y apoyos a la rehabilitación de monumentos históricos y de otras obras de carácter cultural. Se erigieron en todo el país, unos 88 monumentos y de muchas columnas conmemorativas, en honor al Grito de Dolores como de los principales jefes insurgentes del periodo que va de 1810 a 1821. Nuevo León no pudo ser la excepción y desde unos años antes, pidieron levantar un monumento a la Independencia, situado en la confluencia de las avenidas Unión y Progreso, popularmente conocido como “el Ángel” o el “Arco de la Independencia”. 

El patronato también promovió la instalación de diez bibliotecas, nueve hospitales, 42 mercados, así como la construcción y reparación de escuelas y de 130 palacios municipales por todo el territorio patrio. Seguramente hay más en nuestra entidad, pero que yo recuerde, solo existen dos: el arco y una pequeña columna dedicada al padre Hidalgo en la plaza Bernardo Reyes de La Fama de Nuevo León. Aún está, pero la cambiaron de lugar y la pintan de acuerdo a los colores emblemáticos del alcalde en turno…


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