Las casas caídas...
Antonio Guerrero Aguilar/
En 1979 la iniciativa privada regiomontana, presentó un
anteproyecto de un arquitecto norteamericano al que llamaron "Obra de
Palacio a Palacio". Luego la compañía “Alternativas XXI” presentó en 1981
un proyecto de la "Plaza Monterrey", con una avenida central de ocho
carriles. Conforme iban quitando todo, analizaban planes. En 1983, una compañía
integrada por 103 grupos urbanísticos, presentó el proyecto "Gran
Plaza" en poco más de 40 hectáreas. Con nostalgia y conformismo, vimos
como destruyeron casas y edificios como el Roberts, los cines Elizondo y los
anexos al edificio Latino, la fuente Monterrey, así como casonas de los siglos
XIX y XX. Durante cuatro años, el corazón regiomontano parecía una zona
bombardeada, de guerra.
Los defensores de la modernidad, pregonan con orgullo, un
antes y después de la “Macroplaza”. Yo propongo más hitos: cuando demolieron el
convento en 1914, el puente de la Purísima, la casa del Mirador y así nos
podemos ir. Ahora respecto al corazón histórico de Monterrey, como que a muchos
no les gustó lo que hicieron. Un regiomontano residente en Houston, nomás al
ver lo que habían tirado en 1983, dijo que se trataba de una “Macrozanja”.
Hace 40 años, hablaban del deterioro de la ciudad y se
fueron sobre un sector catalogado como degradado: el 53 por ciento de la
superficie era comercial, el 43 por ciento habitacional, 3 por ciento de lotes
baldíos y sólo 1 por ciento áreas verdes. Alegaron muchos problemas de
suciedad, abandono, inseguridad, predominio de vecindades y burdeles o
cantinas. Los afectados tuvieron dos opciones: irse por las buenas sin indemnización
por ser obra de beneficio público o salir por las malas, ya sea por ruido,
violencia o demolición de sus fincas, sin importar que ahí tenían vecinos aun
viviendo.
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