La “Mona del Arco”

Antonio Guerrero Aguilar/

Hábito recurrente e infaltable, la de poner apodos tanto a personas como a sitios que nos dan referencias. Para ubicar algún sitio por el rumbo de Madero y Pino Suárez, regularmente se dice: “por la Mona del arco” y cuando vemos el desdén y el menosprecio, sentenciamos: “se lo pasó por debajo de la Mona del arco”. Pero es la escultura de una dama, una alegoría de Nike, la victoria. Está encima de la estructura y desde el suelo no se pueden ver sus detalles que le otorgan significado: lleva una corona de olivo en la frente, su blusa está desgarrada y busto desnudo. Orgullosa como altiva, sostiene una esfera con parte de una cadena rota y la inscripción de “México” en mayúsculas. En su mano derecha sostiene una corona con la otra parte de la cadena, representando así la ruptura de México con la monarquía española. La escultura se llama la "Musa", fue realizada por la compañía W.H. Mullins en 1909. Mide 4.80 metros de pies a cabeza, 6 metros tomando en cuenta el brazo levantado y tiene un peso de casi tres toneladas. 



A pesar de su estructura, los embates del clima y la intemperie la tienen en mal estado. Los años no pasan en balde y si no se le pone “mano”, se va a caer y provocará un daño que no se quiere y suceda. Pasadas las fiestas del cuatricentenario de 1996, la bajaron para darle mantenimiento. La llevaron a los talleres de la Escuela Industrial Álvaro Obregón de la UANL y ya de cerca, los restauradores vieron 35 orificios provocados por arma de fuego, seguramente de un tirador que practicaba el “tiro al blanco”. Además, presentaba una fisura en el brazo izquierdo y una cadena menos. Durante tres meses, le dieron su tratamiento para cuidar y fortalecer su estructura de fierro. Está recubierta por lámina de cobre repujado y después de la intervención, recuperó su color original es un cobre radiante. Desafortunadamente, a consecuencia de la contaminación y humedad, sólo en dos ocasiones ha presentado su esplendor, en su inauguración el 16 de septiembre de 1910 por el general José María Mier y cuando fue colocada otra vez en su sitio. A sus extremos, están dos águilas de bronce aludiendo al escudo nacional, las mismas se encuentran sobre el monumental arco, que representa la glorificación de la Patria. La obra muestra además unas placas de mármol que honran a los antiguos insurgentes que murieron por la patria: “A los que en cien años han venido defendiendo y elevando la nacionalidad mexicana.”



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