La cuna de la escuela nuevoleonesa de la educación: la Normal desaparecida
Antonio Guerrero Aguilar/
Al norte de la vieja calle del Roble, ahora Benito
Juárez, surgieron dos planteles a principios de siglo pasado. Me refiero a la sede de
la “Normal” y la escuela para niñas. La primera, la institución formadora de
docentes, cuna de la llamada “Escuela Nuevoleonesa de la Educación”, denominada
así por la calidad, entrega y preparación de nuestros mentores a lo largo de
150 años. Establecida en 1870, como “Escuela Normal de Profesores” y en 1894 la
“Academia Profesional para Señoritas”.
No contaban con aulas propias, por eso al principio, los
cursos se ofrecieron al atardecer como de noche, tanto en las instalaciones del
Palacio Municipal de Monterrey como en el Colegio Civil. Siendo gobernador
interino el abogado Pedro Benítez Leal, contando con el apoyo del general
Bernardo Reyes, decidieron la construcción de un edificio, a cargo de los
señores Mackin y Dillon a finales de 1902. Para lo cual, eligieron una manzana
delimitada por las calles del Roble (Juárez), del Colegio Civil, de Manuel
María de Llano y Tapia. Fue concluida en abril de 1903, con un costo de casi 92
mil pesos. La parte sur para maestros y la norte para las señoritas, de dos
niveles, con dos pórticos simétricos para el acceso de cada uno del alumnado y
el segundo era usado para ambos. Una hechura de ladrillo y una ornamentación
noble como majestuosa, mientras al interior los pasillos y los patios.
Para 1927 se fusionaron las dos instituciones. Pueden ver
dos imágenes: como estaba a principios de siglo XX y la otra en 1939.
Lamentablemente durante la gubernatura del general Bonifacio Salinas Leal,
remodelaron todo el conjunto en 1942, para dar cabida a la escuela primaria
Simón de la Garza Melo, dándole una fisonomía monumental. Otra vez, en un afán
renovador como destructor, al ampliar la avenida Juárez entre 1962 y 1963,
recortaron y afectaron su fachada. Lo digo porque desdice el honor y el
prestigio de la escuela que ahí estuvo y de la que está. ¿Dónde quedaron
aquellos edificios emblemáticos de Monterrey? En la conciencia de quienes los
destruyeron.
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