El Obispado: el divisadero regiomontano
Antonio Guerrero Aguilar/
La diócesis del Nuevo Reino de León y
luego Arquidiócesis de Monterrey han dado nombres en honor a los obispos: los
municipios de Marín y Apodaca llevan los apellidos de dos obispos: Primo
Feliciano Marín y Porras y Salvador de Apodaca y Loreto. Un barrio y colonia
del sur de Monterrey se tituló originalmente Repueble de oriente o de Verea,
por Francisco de Paula y Verea. También hubo un municipio al que por nombre
dieron Llanos y Valdés pero se despobló. De igual forma, una montaña nos
recuerda a la mitra episcopal y hasta un arroyo que baja de la Sierra de la
Ventana, se le conoce como del Obispo gracias al señor José María Belaunzarán y
Ureña. Precisamente, tenemos un cerro llamado del Obispado o Loma de la Chepe
Vera como también le dicen.
Forma parte de un conjunto de lomeríos
que bajan de las Mitras a San Jerónimo y llegan hasta Monterrey. A una de esas
lomas le llaman del Obispado y tiene una altura de 780 metros. En realidad,
debe su nombre porque fue el palacio episcopal de nuestra Señora de Guadalupe
promovido por fray Rafael José Verger, por eso los antiguos le llamaron “el
Obispado” porque ahí pasó sus últimos años. En cambio “Chepe Vera”, es en honor
a un poblador regiomontano, José Vera; nacido en 1687. Cultivó sus tierras por
éstos lares cercanos a la loma. También trabajó en la construcción de la
catedral y fue casado con Ignacia Rodríguez, muriendo en Monterrey en 1743. El
predio pasó a los bienes de la ciudad, para luego traspasarlos al señor Verger.
Ahí, el ejército mexicano tuvo dos fortines durante el asedio de 1846: el
Libertad y el Obispado.
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