Las cuevas como camposantos
Antonio Guerrero Aguilar/
Los antiguos, consideraban a las cuevas como sitios sagrados. De acuerdo a creencias ancestrales, lo mismo se le relaciona con el útero de la mujer, así como con la conciencia. Hace mucho tiempo, cuando los ancianos presentían su muerte, acudían a una caverna para pasar sus últimos días. Pero no los dejaban al olvido, tenían personas que les llevaban agua y alimentos, hasta que se daban cuenta que guardaban el sueño eterno. Entonces los preparaban: los ponían en posición fetal, los cubrían con una cobija, amarrados con un mecate o cuerda que nos hace pensar en el cordón umbilical que nos une al seno materno y ponían sus pertenencias junto a ellos. El clima y el ambiente, propiciaron en muchos casos que se convirtieran en momias. La tierra es la madre y la cueva se convierte en abrigo tanto de vivos como de muertos, por eso las hay en las faldas del cerro, que mantienen restos humanos como líticos y pintura rupestre.
Los he visto en Sierra Mojada, Ocampo, Cuatro
Ciénegas allá en Coahuila. Aquí en Aramberri, Lampazos, Villaldama, Higueras y
García, en cuya Cueva Ahumada, (hace unos 60 años), unos arqueólogos de la
Universidad de Texas en Austin, localizaron osamentas con ofrendas, cuentas,
pendientes y utensilios que dan testimonio de la preparación respectiva para
asegurar la trascendencia. La gente de ahí, conocía que la cueva guardaba sus
difuntos y cada vez que pasaban, mostraban su respeto por quienes ahí estaban.
Pero un día llegaron, los exhumaron, se los llevaron, los estudiaron y quedó
todo en el olvido, excepto en tesis e informes académicos. Las cuevas también
fueron cementerios y les aseguro que debe haber muchos restos humanos,
posiblemente ya saqueados por buscadores de tesoros y dañados por la fauna que
ahí habita.
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