Cuando el sepulcro alaba a la vida…

 Antonio Guerrero Aguilar/



Dicen que la vida se lleva a la muerte y que la muerte se lleva a la vida. Y si la vida es un sueño, la muerte es un despertar. En el ámbito de la biología, la muerte es la interrupción de las funciones vitales o cuando el cerebro deja de controlarlas. Desde el punto de vista religioso es concebida como parte de un ciclo continuo de nacimiento, muerte, resurrección o reencarnación. Para la filosofía, la muerte nos ofrece una nueva vida, la del conocimiento de lo inmutable. Por su parte Spinoza, una vez dijo que el hombre libre en nada piensa menos en la muerte y toda su sabiduría está concentrada en la vida. En cambio Séneca sentenciaba que el hombre regresa de donde una vez vino. Lo cierto es que gracias a las tumbas y entierros sabemos de las antiguas civilizaciones, por ejemplo, todo lo que sabemos de los etruscos es por sus tumbas y mausoleos. 



Así como también existen muchos conceptos para referirnos a los lugares en donde descansan nuestros difuntos: cementerio, panteón, necrópolis y camposanto. Literalmente cementerio significa lugar de descanso, panteón lugar de todos los dioses, necrópolis ciudad de los muertos y camposanto, al panteón situado en un templo. ¿Saben Ustedes que el mismo ritual que se usa para bendecir un templo, se aplica para bendecir un panteón pues se le considera lugar sagrado? Ahí donde descansan los muertos hasta el día del Juicio Final y la segunda llegada del Mesías. Por eso la importancia de cuidarlos, preservarlos, protegerlos y difundir sus historias y leyendas. 






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