La catedral inconclusa

 Antonio Guerrero Aguilar/



Tan solo queda una foto, en la cual se ven unos gruesos sillares amontonados. Esas ruinas pertenecieron a una obra inconclusa que fue el sueño del obispo Ambrosio de Llanos y Valdés, para levantar una catedral acorde a la Diócesis del Nuevo Reino de León. El 24 de noviembre de 1794 se puso la primera piedra de un edificio que pudo tener la misma majestuosidad de la catedral de la Ciudad de México. Pero el gobernador Simón de Herrera y Leyva, como el cabildo de Monterrey, impidieron su terminación; aludiendo que el arquitecto francés Juan Crousset ganaba mucho dinero como responsable del proyecto y del derroche que estaban invirtiendo para dejar un nuevo centro urbano en la ciudad.

El prelado murió a fines de 1799, solo se quedaron los muros de sillar que sirvieron como punto de defensa cuando los rebeldes federalistas al mando de Antonio Canales y Antonio Zapata atacaron a Monterrey en 1839. Desde entonces, en lugar de decirle “la Catedral Nueva” se le conoció como “La Ciudadela”. Aprovechando su situación, Ampudia decidió convertirla en un fortín resguardado por 500 hombres al mando del general José López Uraga, quienes evitaron la entrada de un contingente norteamericano el 19 de septiembre de 1846.

Luego en el asedio del Sitio de Monterrey, fue el último reducto que mantenía la lucha contra el ejército extranjero, que finalmente se hizo del control del mismo. Dicen que cuando arriaron la bandera mexicana todos los presentes comenzaron a llorar. Luego a buscar heridos y caídos, entre los que vieron a una bella dama vestida de militar, que llevó el nombre de María de Jesús Dosamantes.

La Ciudadela siguió siendo refugio de valientes. En la Revolución de Ayutla, Ignacio Zaragoza defendió a la ciudad. Vidaurri despachó desde aquí mientras Juárez estaba en Monterrey en febrero de 1864. Este fortín se ubicaba en la esquina de Juárez y Tapia, en donde ahora hay un teatro y biblioteca. Estos vestigios más que sillares amontonados, representan la heroicidad de los hombres y mujeres de Nuevo León. Es lamentable la situación en la que está y el desconocimiento y falta de respeto que no le dan. En mayo de 1962, todo lo cambiaron, pensando que con ello conmemoraban la heroicidad, dejando una biblioteca llamada Felipe Guerra Castro y el teatro José Calderón.

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