Fachadas y vivencias
Antonio Guerrero Aguilar/
Los que vivieron durante los siglos XVII y XVIII, buscaron eliminar lo inútil, lo superfluo como lo que no era necesario. Es más, si alguien sumaba algún rastro de elegancia y distinción, se le apartaba, incluso hasta se le veía mal en sociedad. Precisamente la evolución cultural, tiende a reducir y a desaparecer aquello que pueda ser ostentoso. Por eso nuestra arquitectura tradicional era sencilla como elemental: cerrada al exterior pero abierta al patio como al traspatio. Entrar a la casa, es como entrar a la intimidad de sus residentes. Además, ponerles cosas añadía recursos y horas de trabajo. Consideraban que no había relación con el orden del mundo. Por eso, cada época se represente en lo visual. Hay capas sobrepuestas, como los orificios que nos permiten ver los tiempos idos. Pero la industria y el comercio apuntalaron a Monterrey en la fábrica de la frontera y llegaron estilos, que poco a poco reemplazaron los otros y se pusieron en boga. Vaya, hasta hoy en día representan la posición y la actitud de sus moradores.
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