Donde lo antiguo fue borrado...

Antonio Guerrero Aguilar/



Hace unos días, les planteaba el tema respecto a los pocos testimonios existentes que se hicieron entre los siglos XVII y XVIII. De los tiempos de don Diego de Montemayor y don Diego Rodríguez, nada queda, debido a la crecida de los arroyos del Santa Lucía en 1611, provocando el asiento de los moradores a un punto más alto, cercano al río Santa Catarina. Lo que a mi juicio, resultó más propenso a inundaciones y efectos destructivos del torrente. El verdadero barrio antiguo desapareció y me refiero a todo lo que hay entre los templos del Roble y del Sagrado Corazón. Solo tenemos cuatro de aquel periodo: la Casa del Campesino, parte de la Catedral y del viejo palacio y el Obispado. Como verán, la muy noble y heroica Ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey tiene cabildo desde 1596. Las tareas del alcalde, sus regidores y síndicos se hacían en locales austeros como sencillos. Como en este tiempo, había necesidades y mucha pobreza y los funcionarios eran vecinos honorables y honorarios porque no cobraban. Ellos tenían apenas una “Casa Consistorial”, como así les decían a las ahora llamadas pomposamente torres administrativas o casas del pueblo.

Cuando llegó don Martín de Zavala en 1626, no tenía un sitio en el cual tratar los problemas, entonces pidió al poblador Juan Alonso Bazán que hiciera una “Casa Real” el 27 de febrero de 1653, la cual fue concluida dos años después, con un costo de 3 mil pesos. En la propuesta que hizo don Juan Alonso, encontramos éste grabado que nos da idea de cómo era el “palacio municipal” del cabildo regiomontano. Por cierto, todas las obras que se hicieron con Martín de Zavala, fueron con recursos suyos. Hoy en día, nuestros gobernantes claman por recursos federales y apoyos de los grupos empresariales. Pero en el “toma y daca”, se hacen alianzas y privilegios que se cobran con creces. Bueno, eso creo yo. 

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