Los chalet´s de Monterrey: auge y destino
Antonio Guerrero Aguilar/
La palabra chalet
es de origen francés. Designa la vivienda campestre, concebida para hogar de
una familia; ubicada en medio de un solar alejado de la traza urbana, lo mismo
como casa de campo, con suficientes espacios para guardar el ganado y las aves
de corral. Tan grande como para dar cobijo a los sirvientes, los trabajadores y
la familia principal. Hay muchas en las zonas montañosas de la región
centroeuropea. Pueden ser de una, dos o hasta tres plantas. Con muros de
madera, tabiques o ladrillos y base de piedra. Con grandes ventanas y techos de
madera inclinados a dos aguas, balcones y un alero sobresaliente.
Con el auge
industrial de Monterrey durante el siglo XIX, llegaron muchos empresarios e
inversionistas extranjeros, que mandaron construir sus casas fuera de la traza
urbana, en cierta forma para mantener su estatus, exclusividad y lejanía. Importaron
un tipo de arquitectura distinta a la nuestra, en ese tiempo realizada con
adobes, piedra, sillares y techos planos con morillos y vigas; por
construcciones recias capaces de hacer frente a las inclemencias del clima
regional, con una forma estética propia al sitio de procedencia de sus propietarios,
haciéndolos sentir en sus naciones de origen.
En una nota de
periódico de hace muchos años, don Pepe F. Navarro señala que en este "chalet"
situado en una de las esquinas de las actuales calles de Tapia y Pino Suárez,
vivía don Patricio O´Dowd, de origen irlandés, llegado a Monterrey en 1865 para
dedicarse a la industria junto con su primo de don Patricio Milmo. Muchas de
las casonas y regias mansiones situadas en esa calle, fueron demolidas para
ampliar Pino Suárez e Hidalgo entre 1929 y 1932, siendo gobernador don Pepe
Benítez. Las de Cuauhtémoc padecieron lo mismo durante la gubernatura de don
Eduardo A. Elizondo. En aras del progreso y las ansias de quitarle lo sucia, lo
fea y chaparra, han desaparecido tantas cosas que hoy en día serían apreciadas.
Indudablemente.
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