La vieja penitenciaría de Nuevo León

Antonio Guerrero Aguilar/ 

Becario PECDA Nuevo León 2023

“Cuando estaba yo en la cárcel, solito me entretenía, contando los eslabones, que mi cadena tenía”. Así comienza una conocida canción mexicana que se llama “Escaleras de la cárcel”. Sirve como preámbulo, para contarles que un 29 de abril de 1887, se comenzó a construir una nueva penitenciaría, situada al norte de la Alameda, precisamente comunicada por el camino que salía rumbo a San Nicolás de los Garza, llamada Calzada Progreso a partir de 1892, para quedar en avenida de Pino Suárez en 1915. En tiempos de don Porfirio había pocas prisiones en México, todas inadecuadas para procurar la inserción y recuperación de los inquilinos. Entonces don Bernardo Reyes raudo y presuroso, puso su empeño para que Monterrey fuera una de las primeras ciudades en contar con una penitenciaría moderna concluida en 1895. Esos gobernadores hacían obras al parejo y no al final de su gestión. Por eso su hechura y construcción estaba hermanada a la del palacio de gobierno. Fue diseñada con todos los adelantos de la época, para garantizar la regeneración de los delincuentes. Para constatar su funcionalidad, el señor presidente Porfirio Díaz la visitó en diciembre de 1898. 



Pero como suele suceder en Nuevo León, llegó un gobernador llamado Bonifacio Salinas que mandó destruirla en 1943. Luego puso en venta los terrenos para levantar la del Topo Chico, porque decidieron llevar a los reos de alta peligrosidad, a una nueva penitenciaría en las afueras de la ciudad. Mientras las cárceles municipales, quedaron para la detención de la gente sin oficio y sin beneficio. En esa jurisdicción, ahora verán casas convertidas en oficinas o escuelas, negocios. Donde estaba una televisora local, está en donde hacían los fusilamientos y aplicaban la ley fuga. ¿Cómo la ven? “Centinelas de la cárcel, cuanta lata dan ahí, con esos gritos de alerta, que no dejan ni dormir...”

Ah, con las vigas hicieron las bancas del templo de Cristo Rey de Monterrey.

  

 

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