El monumento al Lábaro Patrio

 Antonio Guerrero Aguilar/



La ciudad se va construyendo tanto en el plano material como cultural. En la primera intervienen los elementos propios de la urbanización y servicios; la otra, en el aspecto simbólico como referencial. Dicen que los ritos se convierten en signos, en virtud de hacerlos conscientes y repetitivos para actualizarlos. Tal vez ya nadie lo recuerde: es más no sabemos quién fue su autor y cuando desapareció. Eso sí, es una muestra de cómo hasta los rasgos patrios sucumben ante la voracidad y la necesidad de obras como adecuaciones viales. Al fin y al cabo, al terminar nadie se acuerda de ellos y todo queda más bonito. En tiempos de don Eduardo A. Elizondo, inauguraron un conjunto escultórico en medio de una rotonda entre las avenidas Libertad y Mitras, precisamente el 24 de febrero de 1969 en honor a nuestra bandera. Se trataba de un monumento rectangular, compuesta por dos fuentes circulares y escalinata de tres niveles, en el cruce de la “entrada” a las colonias Leones, sectores 1 y 2 de Cumbres. 

Las crónicas de aquel tiempo, señalan un acto cívico en donde la tranquilidad del sector, quedó marcada por el cántico: “Se levanta en el mástil mi Bandera como un sol entre céfiros y trinos, muy adentro en el templo de mi veneración, oigo y siento contento latir mi corazón. Es mi bandera la enseña nacional, son estas notas su cántico marcial, desde niños sabremos venerarla y también por su amor vivir”. Todo cambió: el sector aumentó considerablemente su población y flujo vehicular: les cambiaron de nombre, Libertad a Gonzalitos y Mitras a Paseo de los Leones. Entre 1986 y 1987 hicieron los puentes en la jurisdicción territorial de la otrora congregación de los Urdiales, dejando un “sube y baja” hasta Ruiz Cortines y Lincoln, desplazando hasta la bandera de México…


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