El entorno borrado de la plaza Hidalgo

 Antonio Guerrero Aguilar/



La zona rosa se convirtió en un enclave concurrido por empresarios, intelectuales, ejecutivos, profesionistas y jóvenes en búsqueda de un buen ambiente alterno y tolerancia. Rodeado de negocios, restaurantes y cafés concurridos como Sanborn´s, Café Flores, de hoteles como el Monterrey, Ancira y el Colonial, pero en especial, de uno situado en la calle de Hidalgo 530, en donde estaba una casona de dos niveles terminada en 1892. La porción original del inmueble, fue residencia de dos gobernadores del Nuevo Reyno de León, los hermanos Simón y Pedro de Herrera y Leyva desde 1795 a 1810, del general insurgente Mariano Jiménez entre enero y marzo de 1811 y fue escenario de la ejecución del célebre bandolero Agapito Treviño “Caballo Blanco” el 25 de julio de 1854. Por la ubicación y calidad de sus residentes, seguramente fue una de las edificaciones más importantes de su tiempo, a la que se añadieron elementos arquitectónicos, para dejarla como una casona con los estilos propios de la región. 



Con muros de sillar, fachada elegante con un portón de arco de medio punto, rodeado por ventanales enrejadas y con detalles de herrería y plomos, techo de vigas y maderas, cuya hechura sobresalía y adaptaba perfectamente en el entorno, en frente de la sede del cabildo como de la plaza del Mercado; como una continuación y fin de la calle Hidalgo que terminaba en la vieja plaza de armas. A mediados del siglo XX, comenzaron a cambiar todo el entorno del corazón de Nuevo León, dejando tan solo cinco edificios emblemáticos: la Catedral, el casino y el círculo mercantil, además del palacio municipal y el hotel Ancira. En 1950, don Antonio Costa Vilanova abrió un restaurante al que dieron por nombre Lousiana y en 1957, comenzaron a levantar el condominio Acero.


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